A todos nos pasa; bajo algunas circunstancias nos tornamos «ciegos» a cierta información que tenemos delante. Esta «ceguera» puede manifestarse por nuestra incapacidad para «ver» la información o en que simplemente tergiversamos el significado de la información. Esto puede tener consecuencias perjudiciales para los múltiples roles que desempeñamos como líderes, socios y padres; resultando en conflictos innecesarios, pérdida de oportunidades y, en última instancia, dolor para nosotros mismos y / o para otros. Comúnmente, los enfoques propuestos para lidiar con nuestros puntos ciegos se presentan como formas de «embaucar» la mente humana por medio de “hacks” o formas de «superar» esta o aquella dificultad o problema. Creo que desarrollar una comprensión de cómo funciona nuestro sistema mental nos da la oportunidad de hacer revisiones que se adapten a nuestras circunstancias y nuestro sentido único de ser.
A pesar de que los seres humanos son los seres más «racionales» que rondan la faz de la tierra, la mayoría de nuestro comportamiento externo e interno (pensamientos) ocurren en automático. Esto tiene sentido, nos ahorra tiempo y energía al no tener que reflexionar sobre circunstancias y elementos que ya hemos encontrado y «conocemos». Pero ¿realmente lo conocemos o sabemos? Cada ser humano es un sistema que incluye nuestra mente y nuestro cuerpo. Cada sistema es operado para llevar a cabo una función para lograr una intención específica. Desde el inicio, el sistema mente-cuerpo está influenciado y moldeado por la interrelación de factores externos e internos, incluida la configuración ambiental física, así como los conjuntos de creencias colectivos que nos rodean. Por lo tanto, los llamados «puntos ciegos» forman parte de la estructura del sistema y cumplen una función.
Estamos expuestos a mucha más información de la que podríamos procesar de manera efectiva; por lo tanto, hemos desarrollado filtros que nos permiten procesar esa información. En 1933, Alfred Korzybski observó que los seres humanos percibimos el mundo a través de nuestros cinco sentidos: visual, auditivo, [1]Cenestesia, olfativo y gustativo (VAKOG); y que usamos filtros (eliminación, distorsión y generalización) para procesar la gran cantidad de información a la que estamos expuestos en todo momento. Con esta información filtrada creamos mapas o modelos que nos sirven como guía personal para desenvolvernos en el mundo. Basándose en estas observaciones, Korzybski acuñó la frase «el mapa no es el territorio», porque el mapa o modelo que creamos es nuestra propia y única interpretación de la realidad, y no la realidad en sí misma.
La función y estructura de los circuitos que forman nuestra mente se refleja a través de nuestros comportamientos externos e internos, y parcialmente se comunica a través de nuestro uso del lenguaje. Es a través de nuestra atención al lenguaje que podemos revisar nuestros procesos de pensamiento e identificar cómo los filtros de eliminación, distorsión y generalización pueden estar obstaculizando nuestra percepción. El acceso a este nivel de información nos da la oportunidad de revisar y actualizar nuestras percepciones, de forma tal que nuestros patrones de comportamiento externos e internos reflejen más adecuadamente nuestras circunstancias actuales y nuestros objetivos.
[1] La cenestesia se refiere a las sensaciones que una persona experimenta con respecto a su propio cuerpo.