Somos un sistema y formamos parte de múltiples sistemas

Un sistema se compone de un grupo de dos o más elementos que, interrelacionados entre sí, cumplen una función u objetivo. Todo sistema está gobernado y organizado por una serie de principios. Si estos principios son ignorados, distorsionados, o violados, surgen conflictos. La efectividad de un sistema depende de su estructura; es decir, como están ordenados entre sí los elementos para lograr un fin especifico. La primera bicicleta no tenía engranes ni pedales; en cambio, las bicicletas actuales tienen engranes traseros y delanteros que ofrecen diferentes potenciales de esfuerzo y rendimiento según sean combinados. Como sistema, actualmente la evolución estructural de la bicicleta nos permite usarles en diferentes terrenos y para múltiples fines.

Todo ser vivo es un sistema y forma parte de uno o más sistemas (i.e. sistema circulatorio, digestivo, ecológico, social, etc.). La mente es también un sistema. Homo sapiens, la especie humana a la que pertenecemos aparece hace unos 200,00 años. Al igual que las otras especies de humanos que le precedieron y con las que convivió, homo sapiens no tenía nada de sobresaliente; y como todo ser vivo, sobrevivir era, y sigue siendo, la instrucción con mayor poder.

Hace unos 80,000 a 70,000 años, homo sapiens comienza a desarrollar la capacidad de abstracción, la cual incluye el concebir y darles significado a cosas y eventos inmateriales o intangibles. Este periodo se conoce como la revolución cognitiva, y el proceso evolutivo que dio auge a esta capacidad aún no ha sido determinado. Junto con la capacidad de abstracción, homo sapiens comienza a desarrollar un lenguaje cada vez más rico y versátil. Combinadas, la capacidad de abstracción, el auge de creencias compartidas, y el desarrollo de lenguajes que le permite comunicar y difundir nuevos conceptos y creencias compartidas, homo sapiens logra una cohesión social mucho más amplia que la que se puede observar en ningún otro grupo de primates.

El día de hoy podemos percibir que nuestra experiencia de vida como seres humanos esta dictada por nuestra interrelación con los elementos tangibles que nos rodean y el instinto de sobrevivir junto con el significado, el valor, y el vínculo asignado a creencias y relaciones intangibles, desde poderes sobrenaturales a alianzas, lealtades, y reglas no escritas. Combinados, estos vínculos forjan sistemas de creencias que se forman y perduran en los sistemas sociales (i.e. culturales y familiares) de los que formamos parte, muchos de los cuales persisten, colectiva e individualmente, fuera de nuestra atención consciente. Estos sistemas de creencias pueden manifestarse como la presencia o ausencia de recursos y conexiones. Además, estando fuera de nuestra atención consciente, los sistemas de creencias pueden ser contradictorios entre sí.

Identificar los elementos y dinámicas que componen un sistema nos permite revelar su estructura y la interrelación de sus elementos; así como establecer la intención original del sistema. Con respecto a nuestra experiencia de vida como seres humanos, el acceso consciente a esta información nos da la oportunidad de valorar objetivamente la función de estos sistemas, establecer si están o no actualizados y desempeñándose de acuerdo con nuestra condición y expectativas, y así poder evaluar si los elementos estructurales y las dinámicas del sistema pueden optimizarse para crear experiencias que estén más acorde con nuestras actuales metas.

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